Cuando yo era niño, los adultos estaban empeñados en que los pequeños fuesen cogiendo "hábito de lectura". No recuerdo que tuviésemos lecturas obligatorias en aquel EGB desaparecido, pero lo que es seguro es que nadie me habló de Verne, Salgari, Conan Doyle...porque el libro de literatura o de lengua estaba lleno de Cantares del Mio Cid, de Quijotes, de Becquers, de Azorines, o de Valle Inclanes.
Cuento todo esto porque acabo de leer un artículo muy interesante en
El País.
Dejaré mi posición clara: Creo que la educación española está miope, obcecada en transmitir de generación en generación las grandísimas plumas que hemos tenido.
Tuve la suerte de que en casa yo ya me había interesado, por mi cuenta, por estos clásicos de aventuras y de descubrir en la biblioteca de la esquina algunos otros y la desgracia de que me obligasen a leer La Celestina o el Quijote con una edad a la que no los entendía. Me los estropearon para siempre.